MaNeraS de HaceR MunDoS---------------------------Nelson Goodman
“El conocimiento consiste principalmente en disponer de un conjunto de habilidades interdependientes para poder establecer y eliminar hábitos cuando ello sea preciso.”
Hay pocas etiquetas filosoficas que le puedan valer cumplidamente a un libro que se opone tanto al empirismo como al racionalismo, al materialismo y al idealismo, como al dualismo al esencialismo como al existencialismo, al mecanicismo y al vitalismo, al misticismo y cientificismo, por no mecionar otras ardientes teorias. El resultado podría tal vez describirse como un relativismo radical bajo rigurosas restricciones y que termina siendo algo parecido al irrealismo.
Goodman se doctoró en filosofía por la Universidad de Pennsylvania y de Brandeis, y desde 1968 fue la referencia obligada del departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard. Para alguien como él, que inició su andadura filosófica en el mundo anglosajónen el que triunfaba plenamente la filosofía analítica, denominarle padre de la escuela analítica o uno de sus máximos representantes o uno de sus mejores ejemplos no es del todo falso, pero tampoco refleja el período filosófico que realizó. Posiblemente la importancia de su obra, su amplitud de temas y la elegida imaginación depositada en ella hacen que transcienda cualquier etiqueta. A pesar de lo cual se declaró siempre nominalista, relativista e irrealista.
“Mi relativismo sostiene que hay muchas versiones-del-mundo correctas, algunas de ellas en conflicto con las demás, pero insiste en la distinción entre versiones correctas e incorrectas.”
Hay pocas etiquetas filosoficas que le puedan valer cumplidamente a un libro que se opone tanto al empirismo como al racionalismo, al materialismo y al idealismo, como al dualismo al esencialismo como al existencialismo, al mecanicismo y al vitalismo, al misticismo y cientificismo, por no mecionar otras ardientes teorias. El resultado podría tal vez describirse como un relativismo radical bajo rigurosas restricciones y que termina siendo algo parecido al irrealismo.
Goodman se doctoró en filosofía por la Universidad de Pennsylvania y de Brandeis, y desde 1968 fue la referencia obligada del departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard. Para alguien como él, que inició su andadura filosófica en el mundo anglosajónen el que triunfaba plenamente la filosofía analítica, denominarle padre de la escuela analítica o uno de sus máximos representantes o uno de sus mejores ejemplos no es del todo falso, pero tampoco refleja el período filosófico que realizó. Posiblemente la importancia de su obra, su amplitud de temas y la elegida imaginación depositada en ella hacen que transcienda cualquier etiqueta. A pesar de lo cual se declaró siempre nominalista, relativista e irrealista.
“Mi relativismo sostiene que hay muchas versiones-del-mundo correctas, algunas de ellas en conflicto con las demás, pero insiste en la distinción entre versiones correctas e incorrectas.”
Su análisis científico de la percepción, de los qualia, de los sense data, le llevó a considerar la realidad, los hechos, como un artificio originado por símbolos. Desde este descubrimiento Goodman se unirá a la disidencia de los dogmas del empirismo o al mito de lo dado.
Y ¿cuál es su proyecto filosófico? Ciertamente, para los conocedores de la obra de Goodman, puede parecer un tanto extraño que hable con tanta rotundidad de un proyecto deliberado e intencional. Apelando entonces a las propias palabras del autor para defender esta idea. En la introducción a los Lenguajes del Arte parece preocupado por la posible recepción de su trabajo, y declara que existe una estructura intrincada que conforma un objeto, a saber, una aproximación a una teoría general de los símbolos. Después aclara su intención:
“Una búsqueda sistemática de las variedades y funciones de los símbolos apenas sí se ha llevado a cabo. Una investigación creciente en la lingüística estructural de estos últimos años precisa ser completada e integrada con un examen intensivo de los sistemas simbólicos averbales, desde la representación pictórica hasta la anotación musical – si realmente queremos llegar a captar comprensivamente los modos y medios de referencia, y su ejemplo variado y penetrante en las operaciones del entendimiento.”
La comprensión final de su proyecto, que culmina en sus Maneras de hacer mundos, proviene cuando Goodman declara su relativismo ante la aceptación de incontables versiones alternativas del mundo y cuando unifica todos los ámbitos de la experiencia humana en la construcción de mundos, pues los mundos se construyen elaborando versiones por medio de símbolos.
Símbolo, versión y mundo, considerándolos en toda su amplitud y complejidad, analizándolos con la máxima imaginación, se van a convertir en los conceptos fundamentales para una comprensión de la realidad humana que equilibra arte y ciencia, tecnología y praxis.
En este momento de desorientación donde el arte ha quedado reducido a un mero placer de desocupados, donde la virtualidad de nuestras construcciones nos ha relegado a la desaparición.
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MANERAS DE HACER MUNDOS
En Maneras de hacer mundos, Goodman va a obtener las consecuencias filosóficas de su teoría de la denotación generalizada. Consecuencias que en primer lugar presuponen sus principios nominalistas –digamos de su pasado positivista-, pero también adquieren ese rasgo constructivista que le llevará al irrealismo tal y como él se autodefinía.
“Innumerables mundos, creados de la nada mediante el uso de símbolos”, así inicia su Maneras de hacer mundos. Nos hallamos confinados a las formas de descripción que empleamos cuando nos referimos a aquello que describimos, y podríamos decir que nuestro universo consiste en mayor o menor grado a esas formas de descripción más que en un único mundo.
La propuesta goodmaniana es, en definitiva, no discutir enormes problemas metafísicos sino “hágalo a su manera; lo mismo da” o en el inteligente juego de palabras “never mind mind, essence is not Essentials, and matter doesn´t matter” ( no se preocupe de la mente, la esencia no es esencial y la materia no importa).
Arte puro
¿Acaso nos hemos preguntado alguna vez ante respuestas frustrantes e inconclusas, si nuestras preguntas –valga la redundancia- son las correctas?
Probablemente es la misma analogía que con la cuestión de qué es el arte. Una reformulación de la misma, así como el conocer el papel del simbolismo en éste pudieran ser de gran ayuda.
Como si de meros ornamentos o distracciones se trataran, los símbolos son extrínsecos a la obra de arte. Aunque es curioso la relación con lo místico- esotérico y religioso de muchos cuadros, lo que llama la atención es la tajante clasificación-asociación de una obra en tanto simbólica basándonos en que su temática son símbolos, y no comprendiéndola en sí como un símbolo.
Caen así en el mismo saco de obras calificadas como no simbólicas tanto retratos como bodegones y paisajes…géneros cuya temática se nos ofrece de forma directa incluso obras si temática aparente – abstracto, decorativo…-
Se entiende, pues, que representar es referir, así como simbolizar es estar en lugar de.
Es importante aislar la obra de arte como tal de aquello que esa obra simboliza o refiere. Ha de sostenerse por sus propias cualidades intrínsecas –artepuro-.
Un dilema
Asumiendo esta doctrina purista-formalista, podríamos llegar a caer en una lobotomía de obras de gran repercusión simbólica- El jardín de las delicias, los Caprichos-, mas tampoco hemos de llegar al extremo de hípervalorar lo extrínseco, quitando valor a la estética de la obra.
Consideremos extrínseco como extraño. Es obvio que no todo lo que algunos símbolos simbolizan está totalmente fuera de ellos. Acordemos que aquello que representa una obra le es externo y extrínseco, excepto en pocos casos.
Para que una obra sea ejemplo de arte “puro”, del arte sin símbolos, no debe ni representar, ni expresar, ni ser representacional o expresiva. Pongo como ejemplo a clarificar, el caso de un cuadro abstracto, que no representa nada, expresa, no obstante, algún sentimiento, emoción o idea.
Muestras
Las cualidades que se encuentran en una pintura purista son aquellas que la obra manifiesta, selecciona, exhibe, realza a conciencia, que pone en primer plano; aquellas que ejemplifica , de las que ella misma es muestra.
Así, incluso la más pura de las pinturas del purista tendrá carácter simbolizador. Ejemplificará algunas de sus cualidades, y ejemplificar es sin duda simbolizar.
Quienquiera que busque un arte sin símbolos no los hallará.
Retomando la reformulación de la pregunta que nos precede, consideremos una pregunta crucial: “¿cuándo hay una obra de arte?”, “¿cuándo hay arte?”
De igual forma que un objeto puede considerarse un símbolo en un momento y circunstancias determinados y no en otros, como el caso de una muestra, un objeto puede ser una obra de arte sólo cuando funciona como símbolo de una manera determinada. Pero sólo funcionan como tales bajo ciertas características, para lo que es fundamental estudiar la teoría general de los símbolos.
La estética tiene cinco síntomas:
1. densidad sintáctica,
2. densidad semántica,
3. plenitud relativa,
4. ejemplificación,
5. referencia múltiple y compleja
Decir lo que el arte hace no es definir lo que el arte es. La cuestión de cómo definir una propiedad estable a partir de una función efímera no concierne sólo a las artes, si no que es, por el contrario, bastante general.
Y ¿cuál es su proyecto filosófico? Ciertamente, para los conocedores de la obra de Goodman, puede parecer un tanto extraño que hable con tanta rotundidad de un proyecto deliberado e intencional. Apelando entonces a las propias palabras del autor para defender esta idea. En la introducción a los Lenguajes del Arte parece preocupado por la posible recepción de su trabajo, y declara que existe una estructura intrincada que conforma un objeto, a saber, una aproximación a una teoría general de los símbolos. Después aclara su intención:
“Una búsqueda sistemática de las variedades y funciones de los símbolos apenas sí se ha llevado a cabo. Una investigación creciente en la lingüística estructural de estos últimos años precisa ser completada e integrada con un examen intensivo de los sistemas simbólicos averbales, desde la representación pictórica hasta la anotación musical – si realmente queremos llegar a captar comprensivamente los modos y medios de referencia, y su ejemplo variado y penetrante en las operaciones del entendimiento.”
La comprensión final de su proyecto, que culmina en sus Maneras de hacer mundos, proviene cuando Goodman declara su relativismo ante la aceptación de incontables versiones alternativas del mundo y cuando unifica todos los ámbitos de la experiencia humana en la construcción de mundos, pues los mundos se construyen elaborando versiones por medio de símbolos.
Símbolo, versión y mundo, considerándolos en toda su amplitud y complejidad, analizándolos con la máxima imaginación, se van a convertir en los conceptos fundamentales para una comprensión de la realidad humana que equilibra arte y ciencia, tecnología y praxis.
En este momento de desorientación donde el arte ha quedado reducido a un mero placer de desocupados, donde la virtualidad de nuestras construcciones nos ha relegado a la desaparición.
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MANERAS DE HACER MUNDOS
En Maneras de hacer mundos, Goodman va a obtener las consecuencias filosóficas de su teoría de la denotación generalizada. Consecuencias que en primer lugar presuponen sus principios nominalistas –digamos de su pasado positivista-, pero también adquieren ese rasgo constructivista que le llevará al irrealismo tal y como él se autodefinía.
“Innumerables mundos, creados de la nada mediante el uso de símbolos”, así inicia su Maneras de hacer mundos. Nos hallamos confinados a las formas de descripción que empleamos cuando nos referimos a aquello que describimos, y podríamos decir que nuestro universo consiste en mayor o menor grado a esas formas de descripción más que en un único mundo.
La propuesta goodmaniana es, en definitiva, no discutir enormes problemas metafísicos sino “hágalo a su manera; lo mismo da” o en el inteligente juego de palabras “never mind mind, essence is not Essentials, and matter doesn´t matter” ( no se preocupe de la mente, la esencia no es esencial y la materia no importa).
Arte puro
¿Acaso nos hemos preguntado alguna vez ante respuestas frustrantes e inconclusas, si nuestras preguntas –valga la redundancia- son las correctas?
Probablemente es la misma analogía que con la cuestión de qué es el arte. Una reformulación de la misma, así como el conocer el papel del simbolismo en éste pudieran ser de gran ayuda.
Como si de meros ornamentos o distracciones se trataran, los símbolos son extrínsecos a la obra de arte. Aunque es curioso la relación con lo místico- esotérico y religioso de muchos cuadros, lo que llama la atención es la tajante clasificación-asociación de una obra en tanto simbólica basándonos en que su temática son símbolos, y no comprendiéndola en sí como un símbolo.
Caen así en el mismo saco de obras calificadas como no simbólicas tanto retratos como bodegones y paisajes…géneros cuya temática se nos ofrece de forma directa incluso obras si temática aparente – abstracto, decorativo…-
Se entiende, pues, que representar es referir, así como simbolizar es estar en lugar de.
Es importante aislar la obra de arte como tal de aquello que esa obra simboliza o refiere. Ha de sostenerse por sus propias cualidades intrínsecas –artepuro-.
Un dilema
Asumiendo esta doctrina purista-formalista, podríamos llegar a caer en una lobotomía de obras de gran repercusión simbólica- El jardín de las delicias, los Caprichos-, mas tampoco hemos de llegar al extremo de hípervalorar lo extrínseco, quitando valor a la estética de la obra.
Consideremos extrínseco como extraño. Es obvio que no todo lo que algunos símbolos simbolizan está totalmente fuera de ellos. Acordemos que aquello que representa una obra le es externo y extrínseco, excepto en pocos casos.
Para que una obra sea ejemplo de arte “puro”, del arte sin símbolos, no debe ni representar, ni expresar, ni ser representacional o expresiva. Pongo como ejemplo a clarificar, el caso de un cuadro abstracto, que no representa nada, expresa, no obstante, algún sentimiento, emoción o idea.
Muestras
Las cualidades que se encuentran en una pintura purista son aquellas que la obra manifiesta, selecciona, exhibe, realza a conciencia, que pone en primer plano; aquellas que ejemplifica , de las que ella misma es muestra.
Así, incluso la más pura de las pinturas del purista tendrá carácter simbolizador. Ejemplificará algunas de sus cualidades, y ejemplificar es sin duda simbolizar.
Quienquiera que busque un arte sin símbolos no los hallará.
Retomando la reformulación de la pregunta que nos precede, consideremos una pregunta crucial: “¿cuándo hay una obra de arte?”, “¿cuándo hay arte?”
De igual forma que un objeto puede considerarse un símbolo en un momento y circunstancias determinados y no en otros, como el caso de una muestra, un objeto puede ser una obra de arte sólo cuando funciona como símbolo de una manera determinada. Pero sólo funcionan como tales bajo ciertas características, para lo que es fundamental estudiar la teoría general de los símbolos.
La estética tiene cinco síntomas:
1. densidad sintáctica,
2. densidad semántica,
3. plenitud relativa,
4. ejemplificación,
5. referencia múltiple y compleja
Decir lo que el arte hace no es definir lo que el arte es. La cuestión de cómo definir una propiedad estable a partir de una función efímera no concierne sólo a las artes, si no que es, por el contrario, bastante general.
Tanto vida como arte pasan.
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